En la actualidad, para tener éxito en un negocio no sólo basta con poseer grandes nociones financieras y una gran capacidad de negociación. Además, es necesario tener inteligencia emocional. Pero ¿qué es exactamente esto? La RAE lo define como: “la capacidad de percibir y controlar los propios sentimientos y saber interpretar los de los demás”. Tener esta capacidad y saber utilizarla, es esencial para el correcto funcionamiento de una empresa.
El líder de cualquier organización debe contar con inteligencia emocional. Es decir, tiene que comprender a sus trabajadores y ser empático con ellos. Esto le ayudará a resolver conflictos internos que puedan surgir y que afecten al correcto desarrollo del trabajo. Asimismo le otorgará un mayor respeto por parte de sus empleados y éstos se sentirán más felices y valorados por la compañía.
Distintos tipos de empleados
Conocer a los empleados y comprender sus emociones e inquietudes es básico para asegurar el éxito de un negocio. Toda organización está compuesta por un equipo de personas que hacen posible que el trabajo salga adelante día a día, por ello, necesitan sentirse valorados y recompensados por su esfuerzo. Pero para que esto suceda, el líder debe conocer perfectamente a su equipo humano.
A continuación te contamos los distintos tipos de trabajadores que se pueden encontrar en cualquier empresa:
- El amigo de todos. Es la persona más sociable de la organización y cae bien a todo el mundo. Este tipo de trabajador siempre intentará hacer “la pelota” a los jefes, puesto que necesita el beneplácito de todos.
- El desorganizado. Este empleado suele ser muy eficiente y productivo. Pero no sabe organizar bien su trabajo y se agobia con demasiada frecuencia.
- El escurridizo. Este trabajador nunca se encuentra en su puesto de trabajo cuando alguien le necesita, siempre está de reuniones, hablando por teléfono o tomándose un descanso.
- El líder. Este empleado es de vital importancia para la organización. Sabe cómo motivar al grupo y liderarlo. Por tanto, el jefe debe confiar en él para delegar tareas y conseguir que sea su “puente” con el equipo.
- El aprendiz. Este tipo de trabajador se comporta como un niño pequeño. Es decir, hay que estar siempre supervisándole y explicándole lo que tiene que hacer para que realice y termine sus tareas a tiempo.
- El trolas. Es el empleado que siempre tiene una excusa para todo. Llega tarde, falta al trabajo, no termina sus tareas… Y siempre tiene preparada una justificación que lo exime de toda culpa.
Y tú, ¿qué tipo de trabajadores tienes en tu empresa?